sábado, 30 de octubre de 2010

Improvisado.

Me gustan los días como hoy. Siempre me gustó ver de llover y en ocasiones hasta mojarme. Sin embargo, hoy es diferente. Es uno de esos días en los que la gente sale muy temprano de casa a hacer recados a pesar de que el tiempo no acompaña. Yo, en cambio, me encuentro en uno de los rincones de mi casa que más me gustan: En la tienda de zapatillas de mi madre.

Y la gente, va y viene. De vez en cuando parece que se calma el aire o sin previo aviso se pone a llover. Vendo un par de zapatillas o unas botas y todo vuelve a empezar: el vaivén de personas, la calma, el agua, las zapatillas... y alguna que otra cosa de las que acaban con la rutina como alguna llamada de teléfono o la visita inesperada de un viejo amigo. Creo que ya no recordaba estos sábados por la mañana.

domingo, 10 de octubre de 2010

Felicidad.

“Felicidad, qué bonito nombre tienes.” Felicidad. –La cabra mecánica.

Llevo unos días pensando qué escribir y una sola idea me rondaba la cabeza. Es esta. Sin embargo, cada vez que quiero expresarme llego a la conclusión de que ni todas las palabras que pueda usar lograrían que os hicieseis una idea aproximada de cómo me siento.

Últimamente me levanto cantando siempre. Sea la hora que sea. A veces mi hábito me convierte en insoportable las siguientes 24 horas del día, aunque eso sólo ocurre escasas veces y cuando me da por cantar la misma estrofa cada dos minutos.

He dejado de pensar que quizá detrás de esta época de “felicidad improvisada” viene una mala racha. En estos momentos mi vida sólo tienes momentos buenos y muy buenos. Siempre los ha tenido, pero es ahora cuando he aprendido cómo distinguirlos.

Me siento bien donde quiera que esté. Será que estoy recuperando algo que me faltaba desde hace tiempo o que me conformo con lo que tengo.

No sé qué más escribir, ya he dicho que no consigo expresarme bien cuando intento explicar que estoy pletórico y que me alegra ver el reflejo de mi cara en el espejo. Ese yo es el de verdad.

Hago lo que me apetece en cada momento sin descuidar mis obligaciones, y me da lo mismo lo que pueda pensar el resto del mundo. A quien no le guste que se fastidie, porque Sergio… sonríe.